Expectativas Parentales y Decisiones de los Hijos

Parental Expectations and Decisions of the Children

Génesis Pérez

Universidad Rafael Urdaneta. Maracaibo, Venezuela.

Email: 12genesisp@gmail.com

Paula Carlos

Universidad Rafael Urdaneta. Maracaibo, Venezuela.

Email: paulidemora@gmail.com

Aceptación: 19-07-2022

Admisión: 01-10-2023

Resumen

Para comprender las expectativas parentales en las decisiones de los hijos, se basó el estudio en el paradigma interpretativo, con metodología cualitativa. Se seleccionaron seis padres y cuatro hijos, a quienes se les realizó una entrevista en profundidad, interpretadas mediante el método hermenéutico-dialéctico. Surgió del análisis una categoría general: Expectativas Parentales, con cuatro categorías: 1) Lo que los padres esperan, 2) Lo que los hijos hacen, 3) Influencia parental y 4) Cumplimiento de las expectativas parentales. Se evidenció que las expectativas se desarrollan y forman en la paternidad mediante las exigencias de una sociedad que lleva el control de lo esperado para que una persona tenga éxito en lo personal, moral y en su ejercicio profesional. El estrato social y la cultura a la que pertenece cada familia tienen un impacto en la construcción de las expectativas y su producción, influyendo en las acciones que puedan tener los hijos.

Palabras clave: Expectativas parentales, toma de decisiones, padres, hijos

Abstract

To understand parental expectations in children’s decisions, the study was based on the interpretative paradigm, with qualitative methodology. Six parents and four children were selected, who were interviewed in depth, interpreted using the hermeneutic-dialectic method. A general category emerged from the analysis: Parental Expectations, with four categories: 1) What parents expect, 2) What children do, 3) Parental influence and 4) Fulfillment of parental expectations. It was evidenced that expectations are developed and formed in parenthood through the demands of a society that controls what is expected for a person to be successful personally, morally and professionally. The social stratum and culture to which each family belongs have an impact on the construction of expectations and their production, influencing the actions that children may take.

Keywords: Parental expectations, decision making, parents, children

Como citar: Perez, G. y Carlos, P. (2023). Expectativas Parentales y Decisiones de los Hijos. Sistemas Humanos, 3(2), 56-67 pp

Introducción

En la historia del ser humano, la familia es, con altísima probabilidad, el sistema inicial donde la persona se desarrolla, adquiere las primeras habilidades sociales, aprende a entender el mundo, se construye un concepto del sí mismo y de la realidad, desde su individualidad y con las particularidades que le brinda el núcleo familiar en el cual convive; junto con la posibilidad de ejecutar sus pensamientos, ideas, creencias que conformarán su personalidad y orientarán su conducta a futuro. En tal sentido, se vislumbra la tradicional concepción de la familia como la base de la organización social, pues, de manera altamente significativa, influye en el desenvolvimiento en distintas áreas de la vida, así como en el quién se es y quién se podrá ser a perspectiva.

Dentro del grupo familiar, destaca la importancia de los padres por su influencia en todo el proceso de crianza de los hijos, por lo que es indispensable brindar un contexto adaptativo, equilibrado, ecuánime que brinde la oportunidad al descubrimiento personal, mediante el amor y la valoración tanto de otros como la propia, de los niños y adolescentes. Es por ello que, como refieren Llavona y Méndez (2012), los especialistas sostienen que hay tres anillos para la formación de la persona: la familia, el colegio y la sociedad; y es actualmente la familia el anillo que tiene más poder, incluso es aquel que absorbe a los otros dos anillos.

Bajo este marco referencial, Llavona y Méndez (2012), son enfáticos al indicar que el proceso de crianza tiene implícitos numerosos factores, relevantes y significativos, como lo son el amor, la contención o la educación dentro de un clima social familiar caracterizado por el afecto y el respeto, en el cual se faciliten relaciones de apego seguro, tanto con los padres como figuras principales, si no con otros miembros de la familia que tengan significado emocional. Aunado a esto, se establecen una serie de normas y disciplina, así como un aspecto que parece relegado a un segundo plano, pero que de acuerdo con los autores citados, tiene una categórica apreciación: la transmisión de valores o la ayuda para la toma de decisiones importantes.

En línea con las ideas planteadas, dentro de la familia son los padres, como principales referentes, quienes brindan una educación e instituyen a los hijos según sus propias creencias, con base en la forma en la que ellos mismos fueron criados y copian el modelo porque tienen la creencia de que es el que le brindaría mejores resultados; o, por el contrario, practican una crianza distante del modelo que usaron sus padres por considerarlo no adecuado o que no se adapta a las características particulares de su familia. Sin embargo, más allá del estilo o el referente de crianza adoptado, siempre existe la posibilidad de encontrarse con ciertos deseos y anhelos que los padres ven en sus hijos, esperando de ellos que cumplan con lo que se ha planeado o se quiere, pues un padre siempre desea lo mejor para su hijo.

Estos deseos se han denominado expectativas parentales y, se relacionan conceptualmente, de acuerdo con Yamamoto y Holloway (2010), con las creencias y juicios que tienen los padres respecto al logro o al comportamiento futuro de sus hijos, es decir, se refiere a lo que los padres quieren o esperan que los hijos hagan en un futuro. A modo general, las expectativas parentales hacia el desempeño del hijo, bien sea niño, adolescente o adulto, tienen un papel importantísimo en la forma en la cual se produce la interacción parento-filial, al punto de afectar, positiva o negativamente, el comportamiento de los hijos.

La cuestión está en que los deseos parentales pueden constituir proyecciones de los deseos o aquello que los padres quisieron hacer ellos mismos en tiempos pasados; lo cual, a pesar de ser un anhelo realista o adaptativo, puede llegar a ampliarse desmesuradamente. Sobre este particular, Bourdieu (1999), explica que suele suceder cuando el hijo o la hija se vislumbran como los sustitutos de los padres, y se les asigna como tarea, incluso de forma inconsciente, realizar cosas que se supone ellos debieron hacer; o se procura un yo ideal casi irrealizable, porque el padre o la madre proyectan planes compensatorios y exigen a los hijos su cumplimiento, aunque esto no se relacione con sus propios deseos. Por tanto, surgen contradicciones y sufrimientos que parten del desfase entre el deseo parental que no se satisface, pero tampoco se rechaza y los logros o fracasos que los hijos tienen.

Lo anterior implica una idealización del hijo perfecto: un hijo que cumplirá con expectativas que, en muchos casos, suelen ser un filtro de los propios deseos y creencias personales de los padres; y cuando estos no cumplen el deseo, los padres lo toman como algo inaceptable o un acto de desobediencia. Además, este desfase entre el deseo parental y lo que el hijo realmente realiza, se relaciona con las enseñanzas de lo bueno y lo malo, lo aceptable y lo que no lo es. En este sentido, sugiere Rawls (2012), que, en muchas ocasiones, al señalar las virtudes de un buen hijo, los padres consideran las expectativas que tienen y, con esta base, muestran sus aprobaciones y desaprobaciones.

Ahora bien, McGillicuddy-DeLisi (1982), reportó en sus investigaciones que las expectativas realistas sobre las capacidades de los hijos han sido relacionadas con mayores competencias cognitivas y socioemocionales. Sin embargo, según Miller-Loncar et al. (2000), la asociación entre las metas o expectativas y las competencias parentales pudiera funcionar indirectamente mediante los comportamientos de los padres, por ejemplo: las expectativas de la madre afectan la conducta que ella presenta, lo cual, al mismo tiempo, produciría impactos en las competencias del desarrollo del niño o el adolescente.

Para complementar lo anterior, más recientemente Sanders y Morowska (2014), hacen referencia a varias investigaciones, en cantidad nada despreciable, que han evidenciado que las interacciones padres-hijos, afectan múltiples dominios de desarrollo. Por consiguiente, actitudes parentales controladas y receptivas se asocian positivamente con la autoestima, desarrollo cognitivo, menores problemas de conducta y logros académicos por parte de los hijos. Al mismo tiempo, un estilo de manejo parental con involucramiento afectivo, es relevante para el desarrollo social de los hijos, para su mejor autocontrol y la internalización de normas de conducta ajustadas a sus necesidades individuales y sociales.

Del conjunto de ideas planteadas, se desprende la posible relación positiva entre las expectativas parentales y el ajuste psicológico de los hijos. En este orden, se puede hablar de expectativas funcionales, adecuadas a las habilidades, capacidades y recursos reales que los hijos poseen, lo cual fomentaría su bienestar psicológico y constructos importantes como la motivación, resiliencia, autoestima, logros académicos y la toma de decisiones fundamentales.

He allí cuando surge uno de los intereses que concentra la presente investigación: cómo las expectativas parentales se realacionan en la toma de decisiones por parte de los hijos; pues las primeras no siempre son funcionales. Esto se afirma con base en Bosma et al. (1996), quien explica que las expectativas de los padres, posiblemente, tienden a posiciones extremas y cuando son muy altas o muy bajas van a repercutir negativamente en las tareas ejecutadas por los hijos y las decisiones que estos pueden tomar en su vida, incluso sin importar la edad, pues lo que muestran es una tendencia a cumplir con los elevados estándares de sus padres o a demostrar a los padres que tienen para dar más de lo que ellos esperaban.

Por consiguiente, el principal foco de interés que posee la investigación es comprender las expectativas de los padres de forma amplia y profunda, desde la visión que ellos tienen sobre diversos temas como las relaciones familiares, el comportamiento de los hijos en el ámbito público y en el ámbito privado, o el desenvolvimiento académico, social y personal. En este sentido, se toma como referente la posición de las figuras parentales como núcleo del estudio, aunque existe interés en las opiniones y la postura personal de los hijos respecto a sus propias decisiones.

En lo expuesto anteriormente, se ha dejado ver que las expectativas parentales pueden mediar en la conducta de los hijos positiva o negativamente. Además, se ha aclarado que se tiene como objeto de interés entender el rol que dichos deseos tienen en la toma decisiones de los hijos, por lo cual se toman en cuenta ambas perspectivas, para conocer estos deseos desde la visión de los padres, a la vez que se reconoce cómo los hijos toman tales expectativas. Cabría preguntarse: ¿Cómo son las expectativas parentales en la toma de decisiones de los hijos? Esto da información para cumplir con el propósito de la investigación, el cual fue comprender las expectativas parentales en la toma de decisiones de los hijos.

Materiales y Métodos

Epistemológicamente, el estudio se enmarcó en el paradigma interpretativo. Fue una investigación cualitativa con uso del método fenomenológico. Se tomaron diez informantes clave, seis padres y cuatro hijos, quienes participaron con su consentimiento informado. Como técnica de recolección de datos se usó la entrevista en profundidad, una por informante. Los contenidos se interpretaron utilizando el método hermenéutico-dialéctico. Se contó con la triangulación de tres expertos. Luego se realizó la categorización, cuyo resultado final fue graficado en mapas mentales.

Resultados y Discusión

Tema Central: Expectativas Parentales

Figura 1

Tema Central: Expectativas Parentales

A modo general, los padres esperan que sus hijos alcancen ciertos objetivos: algunos personales, otros que cumplan con los parámetros socioculturales establecidos; y en esta expectativa parece ser más importante el qué dirán o el alcance de hitos sociales en cada etapa de la vida, que aquello que el hijo desea, lo cual resta relevancia a los talentos de los hijos, a sus propios tiempos de desarrollo y sus deseos personales. De forma inconsciente, en muchos casos, se tiende a imponer el deseo, las esperanzas o el anhelo de los padres, ante aquello que los hijos desean. En pocas palabras, el padre considera que su hijo es exitoso cuando alcanza lo socialmente esperado, quizá para validar su rol y su crianza.

En cuanto a la perspectiva de los hijos, cuando estos reconocen los deseos de los padres, por su propio análisis o porque los padres los han dejado claros, suprimen sus anhelos y le configuran mayor importancia a lo que sus padres esperan: la misión de su vida es satisfacer las expectativas parentales, porque deben evitar decepcionarlos, pese a que postergan sus propios anhelos. Se convierte el padre en el principal limitador de las acciones de su hijo, porque les da prioridad a sus propios deseos, desecha el de los hijos, y estos se convierten en un canal para obtener valía como persona y padre.

Categoría 1: Lo que los Padres Esperan

Los padres suelen manifestar deseos sobre lo que quieren que sus hijos hagan: ser exitoso en la vida, tener una profesión, ser buena persona, casarse, tener hijos, llevar una vida apegada a las normas sociales y culturales. A lo cual se agrega el querer que los hijos vivan experiencias similares o distintas de las vivencias propias, según aquellas sean positivas o negativas y los aprendizajes de vida que hayan dejado. Sus subcategorías se presentan en la Figura 2.

Figura 2

Categoría 1: Lo que los padres esperan

Categoría 2: Lo que los Hijos Hacen

Las expectativas de los hijos parecen ser minimizadas por los padres al ser ellos quienes generalmente toman las decisiones y se visualizan un futuro para los mismos al sentirse empoderados por sus obligaciones económicas y de proveer el hogar, además de ejercer su propio juicio como padres, cuestión que puede ir en detrimento de los intereses o metas que los jóvenes tienen, así como de sus habilidades. Sin embargo, cuando se trata de aquello que los hijos quieren hacer, de sus sueños y decisiones de la vida diaria, no se puede negar la importancia que tienen en razón de establecerse objetivos propios, conforme a lo que desean y saben que son capaces de hacer. Esto pudiera representar un conflicto, donde se busca satisfacer a los padres, pero se persiste, sutilmente, para que sus deseos prevalezcan. Sus subcategorías se presentan en la Figura 3.

Figura 3

Categoría 2: Lo que los hijos hacen

Categoría 3: Influencia Parental

En la práctica de la parentalidad, los padres serían un motivador o un limitante según manifiesten lo que esperan y esto se parezca en algún modo a lo que los hijos quieren lograr. Pudieran ejercer una influencia positiva, al reforzar las conductas; o, por el contrario, como un restrictivo para cumplir los sueños propios. Incluso, algunos buscarían persuadir de forma sutil a los hijos para que sigan sus sugerencias; mientras que otras conductas no dejan claro lo que realmente como padre se desea. Sus subcategorías se presentan en la Figura 4.

Figura 4

Categoría 3 Influencia Parental

Categoría 4: Cumplimiento de las Expectativas Parentales

De una u otra manera, el cumplimiento de las expectativas parentales por parte de los hijos, va a ser una forma, indirecta, de evaluar el papel y las acciones que los padres llevan a cabo en todo el proceso de crianza de los hijos: si estos cumplen lo que desean se reforzaría el rol parental; peros si no lo hacen, se cuestiona el mismo y cómo se ha criado a los hijos. Sus subcategorías se presentan en la Figura 5.

Figura 5

Categoría 4: Cumplimiento de las expectativas parentales

Conclusiones

En líneas generales, por medio de la investigación se encontró, respecto a las expectativas parentales, que los pares esperan un hijo que cumpla con diversos ideales, algunos propios de sus creencias, otros relacionados con los estándares sociales: personas educadas, con altísimos valores morales, que sean profesionales, con capacidad para trabajar, con habilidades para afrontar la vida con fortaleza y probidad; todo lo cual demuestra que su crianza fue hecha por padres que forjaron principios sólidos, que los apoyaron y que todo se dio dentro de una familia completamente funcional, es decir, la forma de ser del hijo valida la crianza y la actuación de la persona en su rol de padre.

Lo anterior se puede explicar en atención a lo expuesto por Andivia (2009), para quien las expectativas se estiman en función de lo que una persona hace para cumplir dicha meta. Es decir, los padres tendrán una valoración positiva, de eficacia y éxito de los hijos cuando estos cumplan lo que ellos esperan: un hijo que realiza la expectativa de los padres, aun cuando esto vaya en detrimento de los deseos manifiestos por sus hijos. Dicho de otro modo, los hijos realizan acciones para cumplir con el deseo parental; para lo cual los padres, como refiere, Intxausti et al. (2014), proporcionan las oportunidades, o al menos así lo creen, para que los jóvenes alcancen sus objetivos. Estas oportunidades serían brindar estudios, dar apoyo social, enseñar tareas, motivar a lograr las metas que ellos mismos le han trazado en el camino a los hijos.

En este sentido, se refleja lo propuesto por Bosma et al. (1996): las expectativas parentales ejercen influencia importante en las decisiones que los hijos toman y esta influencia puede ser positiva o negativa. Cuando es positiva, motiva a que ellos emprendan acciones dirigidas a lograr sus metas y sueños, lo cual ocurrió en el grupo familiar 3. Mientras que, en el segundo caso, como sucedió en el grupo familiar 4, los hijos dejan a un lado sus deseos para cumplir con lo impuesto por los padres, lo que deriva en frustración e ira por lo que se dejó atrás. También puede haber limitaciones por la falta de motivación o porque los padres tienen expectativas bajas, como ocurre en el grupo familiar 2. Otro escenario, negativo, es que los padres tratan de persuadir en sus hijos para que cambien sus deseos por aquellos que consideran más apropiado o realista, como sucedió inicialmente en el grupo familiar 3.

Un aspecto que se refleja en la presente investigación es lo planteado por Ganzach (2000), autor que enfatiza que el hijo que busca satisfacer ese deseo de los padres, se convierte en un importante estímulo para sus conductas. Esto fue observable en los cuatro hijos informantes: querer complacer a los padres como una retribución y muestra de agradecimiento, pero también como una manera de mostrar obediencia y respeto a las decisiones que aquellos han tomado y que, aparentemente, son lo mejor para la vida de los jóvenes; aunque no sean las cosas que ellos quieren para sí mismos.

Para profundizar en el análisis, conviene tener en cuenta lo expuesto por Lareau (2002), respecto a la crianza natural y la crianza cultivada. Este escenario, de acuerdo con Bosma et al. (1996), sería un generador de conflictos, ya que no reconocen las habilidades que los hijos puedan tener y no esperan de ellos nada más que alcanzar hitos sociales: casarse, formar una familia, cuidarlos en la vejez o ayudar en los roles de maternidad o paternidad que en su etapa del ciclo vital actual no le corresponden; tal como en la familia 2 o cumplir con una carrera universitaria, trabajar, tener hijos y ayudar a la madre, en lo que respecta a la familia 4.

Por otro lado, la crianza cultivada fue observable en los grupos familiares 1 y 3, pertenecientes a la clase media, pues impulsan y motivan a los hijos, quizá en algunos casos persuasivamente, a lograr sus metas y confían en sus capacidades; además que los padres valoran positivamente su rol y cómo han criado a los hijos en cuestión de valores, cumplimiento de normas y la constancia por alcanzar sus metas. Como refiere Lareau (2002), los padres tienen expectativas altas y por ello colaboran en el refuerzo de los aprendizajes de sus hijos, estimulan su desarrollo y los apoyan en la realización de distintas actividades que coadyuven a su autorrealización y crecimiento personal.

Asimismo, dicho contexto y tendencias de crianza de los padres llevan a cierto estilo de resolución de problemas planteado por D’Zurilla et al. (2004), ya que al tratarse de padres con expectativas efectivas y crianza motivadora o cultivadora, los hijos tenderán a tomar decisiones mayormente de tipo racional y orientación positiva como se percibe en los grupos 1 y 3, mientras que los padres que ejercen otro tipo de crianza puede influir en que los hijos adopten estilos de resolución de problemas evasivos o impulsivos que se refleja en sus decisiones como en los grupos 2 y 4.

De forma similar, Araneda (2016), encontró que los principales determinantes de las expectativas de educación superior que los padres tienen respecto a los hijos fueron el nivel socioeconómico de la familia, del establecimiento y el desempeño académico del estudiante. Así, la elasticidad de los valores que explica Rodman (1963, citado por Palacios, 1987), en su teoría, obtiene mayor evidencia, afirmándose que la clase social, la educación de los padres y los estilos de crianza aplicados son sumamente importantes al momento de establecer lo que se espera de los hijos. Hubo coincidencias con los hallazgos de Sánchez et al. (2016), investigadores que señalaron a las barreras socioeconómicas como mediadoras de las expectativas y la participación de los padres; pues los estudiantes de mayor nivel social suelen ser más exitosos en sus logros académicos, lo que relacionaron con el hecho de que los padres actúan como motivadores e impulsan el desarrollo de habilidades en los hijos.

Finalmente, para dar respuesta a la pregunta planteada en el inicio de estudio, es decir, cómo son las expectativas parentales en la toma de decisiones de los hijos, se indica que las expectativas están muy ligadas a clase social, desarrollándose y formándose en la paternidad a través de las exigencias de una sociedad que lleva el control de lo que es esperado para que una persona tenga éxito tanto en lo personal y moral como en su ejercicio de ciudadano profesional. El estrato social y la cultura a la que pertenece cada familia tienen un impacto en la construcción de las expectativas y también en la producción de ellas, influyendo significativamente en las acciones que puedan tener los hijos, pues estás pudiesen ser efectivas o bajas, realistas o inalcanzables.

Asimismo, existen otros componentes que interactúan activamente en estas expectativas, y son las experiencias previas de los padres, que constan también de deseos, exigencias y tipos de crianza; la influencia parental que ejercen a partir de esas experiencias y lo que a ellos mismos les satisface o es correcto partiendo de su juicio personal. Y, por último, la validación o el cuestionamiento de roles que influye en que esas expectativas se mantengan o desvanezcan. Es evidente, que la transmisión de las expectativas y el resultado perceptivo que se tenga de ellas, depende en gran medida del comportamiento y el estilo de crianza implementado, pues estos resultarían ser limitantes o motivadores para las decisiones de los hijos, tanto en lo personal y cotidiano como en lo profesional y extraordinario, aunado a que esas expectativas que se tengan puedan realmente concordar con lo que los hijos han deseado y puedan, según sus capacidades.

Por tanto, se concluye que a mayor comunicación mayor será el conocimiento de expectativas; a menor exposición de estereotipos sociales desajustados, menor será la presión comportamental, y a mayor implementación de estilos parentales que promuevan y no limiten los deseos de los hijos, más satisfactorio y grato será el resultado de ellos, permitiendo su autonomía, independencia y seguridad, y por supuesto, una relación mucho más nutritiva y armoniosa en todo el sistema familiar.

Es aquí necesario destacar la importancia de una crianza y disciplina positiva, donde se motive a los hijos al logro de metas, a la construcción de sus propios proyectos de vida, con orientación de los padres; pero donde estos, desde el rol que ejercen, respeten sus deseos, sus habilidades, sus anhelos individuales, como una manera de dar cabida a la autorrealización del hijo como un individuo capaz de tomar decisiones, de crecer, de aprender; siendo los padres observadores participantes que impulsan los logros, corrige, y ayudan en la consecución de las metas. Es decir, los padres podrían ser orientadores, guías y proporcionar una crianza positiva.

Referencias

Andivia, L. (2009). Las expectativas de los profesores, padres y alumnos en E.S.O. Revista digital innovación y experiencias educativas, (45), 1-8. https://archivos.csif.es/archivos/andalucia/ensenanza/revistas/csicsif/revista/pdf/Numero_25/Luis_%20Andivia_1.pdf

Araneda, E. (2016). Impacto de las expectativas tempranas de los apoderados sobre el desempeño escolar de sus hijos (Tesis de Maestría, Universidad de Chile). https://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/2250/144018/Araneda%20Quiroz%20Elisa.pdf?sequence=1

Bosma, H., Jackson, S., Zijsling, D., Zani, B., Cicognani, E., Xerry, M. y Charman, L. (1996). Who was the final say? Decisions on adolescent bahaviour within the family. Journal of Adolescence, 19(3), 277-291. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/9245283/

Bourdieu, P. (1999). La miseria del mundo. Ediciones AKAL.

D’Zurilla, T., Nezu, A. y Maydeu-Olivares, A. (2004). Social Problem Solving: Theory and) assessment. American Psychological Association, 11-27. https://psycnet.apa.org/record/2004-14507-001

Ganzach, Y. (2000). Parent’s education, cognitive ability, educational expectations and educational attainment: Interactive effects. British Journal of Educational Psychology, 70(3), 419-442. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/11059120/

Intxausti, N., Etxeberria, F. y Joaristi, L. (2014). ¿Coinciden las expectativas escolares de la familia y del profesorado acerca del alumnado de origen inmigrante?. Relieve, 20(1), pp. 1-21. doi: 10.7203/relieve.20.1.3804

Lareau, A. (2002). Infancias desiguales: clase, la raza y la vida familiar. (2ª ed). Penguin Random House.

Llavona, L. y Méndez, F. (2012). Manual del psicólogo de familia. Un nuevo perfil profesional. Pirámide.

McGillicuddy-DeLisi A. (1982). Parental beliefs and developmental processes. Human Development, 25(3), 192-200. https://psycnet.apa.org/record/1982-28028-001

Miller-Loncar, C.; Landry, S. Smith, K. y Swank, P. (2000). The influence of complexity of maternal thoughts on sensitive parenting and children’s social responsiveness. Journal of Applied Developmental Psychology, 21(3), 335-356. https://www.researchgate.net/publication/222328749_The_Influence_of_Complexity_of_Maternal_Thoughts_on_Sensitive_Parenting_and_Children’s_Social_Responsiveness

Palacios, J. (1987) Las ideas de los padres sobre sus hijos en la investigación evolutiva. Universidad de Sevilla. file:///C:/Users/Uru/Downloads/Dialnet-LasIdeasDeLosPadresSobreSusHijosEnLaInvestigacionE-749256.pdf

Pérez, G. (2019). Expectativas Parentales en la Toma de Decisiones de los Hijos. (Trabajo de Grado no Publicado, Universidad Rafael Urdaneta).

Rawls, J. (2012). Teoría de la justicia. (1 ed). Fondo de Cultura Económica.

Sánchez, A.; Reyes, F. y Villarroel, V. (2016). Participación y expectativas de los padres sobre la educación de sus hijos en una escuela pública. Estud. pedagóg. 42(3), 347-367. https://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-07052016000400019&script=sci_abstract

Sanders, M. y Morawska, A. (Diciembre de 2014). ¿Es posible que el conocimiento de los padres, las competencias y expectativas disfuncionales, y la regulación emocional mejoren los resultados de los niños?. Enciclopedia sobre el Desarrollo de la Primera Infancia. https://www.enciclopedia-infantes.com/habilidades-parentales/segun-los-expertos/es-posible-que-el-conocimiento-de-los-padres-las

Yamamoto, Y. y Holloway, S. (2010). Parental expectations and children’s academic performance in sociocultural context. Educational Psychology Review, 22(3), 189- 214. https://psycnet.apa.org/record/2010-18679-002

Nota especial

Artículo de investigación derivado del trabajo de grado, titulado: Expectativas parentales y decisiones de los hijos, presentado para optar al título de Psicólogo en la Universidad Rafael Urdaneta.

Los datos de esta investigación se encuentran almacenados y disponible en la Base de Datos de CINVEPSI. Email: cincvpsi@uru.edu

Conflictos de interés

Las autoras indican que no existe relación financiera o personal alguna que pudiera dar lugar a un conflicto de intereses en relación con la elaboración de este artículo.